Itinerario. El camino original de esta etapa está sumergido en el pantano de Yesa. El
itinerario actual carece de los mojones que tanto ayudan al peregrino dándole
seguridad en su camino e informándole del avance. La indicación se reduce a una
deficiente señalización con las flechas amarillas. La ampliación del pantano en
curso supone una nueva amenaza para los cultivos de los pueblos de la zona
donde existe oposición al proyecto así como para algunas ermitas. El símbolo de
esa oposición son las piedras azules que jalona el camino. Al contrario de lo
que habíamos supuesto el camino no pasa por la orilla del pantano, vallada por
las obras actuales, sino por una ladera agrietada por torrenteras resecas. En
un punto dejamos la carretera y nos internamos por unos bosques más frescos
hasta el pueblo de Ruesta. Impresiona la imagen de este pueblo monumental,
abandonado y en ruinas. Es el testimonio de la ruina que ha ocasionado el
pantano a un pueblo, aun inhiesto, al privarlo de sus campos de cultivo y
forzar, por consiguiente, el éxodo de sus habitantes. Una vez más el paisano de
Castiello de Jaca tiene razón: siempre pagan los-poca-ropa. Pasado Ruesta
encontramos la maravillosa ermita de Santiago. Una larguísima pista forestal
que se va elevando progresivamente nos lleva a un paso de montaña a 880 m de
altura. Llegar a este punto resulta
agotador por el calor y por el desconcierto de no tener referencia de donde nos
encontramos. Las señales del camino han desaparecido en todo este tramo. Sin
embargo personalmente tuve dos sensaciones gratificantes en ese cansado tramo.
La primera física, recuperando una sensación de mi época de maratoniano. Con
Pere hicimos una subida a ritmo rápido y notaba que mis órganos (piernas,
pulmones y sobre todo tobillos) respondían al esfuerzo con cansancio pero sin
dolor. La segunda poética. En el último
tramo, casi coronando el puerto, las mariposas venían a saludarnos casi
tocándonos y nos acompañaban durante
unos metros hasta que llegaba otra a relevarla en este cometido. Posteriormente,
Xavi, el chico que lleva el albergue de Undués, nos explicó que hace unos días
murió en ese alto un italiano. Lentamente descendemos para encontrar Undués.
Antes de llegar encontramos unos tramos de la calzada romana. La etapa no nos
ha dado la posibilidad del tan ansiado baño y llegamos extenuados a Undues. Maijo
tiene que tumbarse en la sombra del lavadero público para evitar un inicio de
desmayo. De la etapa nos quedará la monumentalidad austera de Ruesta y la sorprendente
y bella soledad de las ermitas de San Juan y Santiago.
Gente del camino. Adriana, joven emprendedora hostelera,
propietaria de la magnífica casa rural donde nos hospedamos y gestora del
albergue de peregrinos, nos explica que en lo que va de año han decaído en 150
las pernoctaciones del albergue con respecto al año pasado. En las condiciones
actuales el albergue no resulta rentable lastrado por las condiciones de la
concesión municipal. Después de 7 años, piensa dejar la concesión antes que
acabe el año, dejar la casa rural a cargo de su familia (de Zaragoza) y
largarse a Escocia a buscar un trabajo en la hostelería. En el albergue nos
encontramos dos veteranos peregrinos orondos que vienen de cerca de Jávea.
Tienen lesiones en los pies y mañana cogerán un taxi hasta Sangüesa. El año
pasado uno de ellos llegó a Santiago. El otro tuvo que abandonar antes de
llegar. Aprovechamos la relación para que compartan taxi con nuestros equipajes
y repartir el coste.
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En perfecto estado de revista para la salida desde el albergue |
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Las piedras azules, simbolo de la oposición al pantano de Yesa |
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Ermita de S. Juan muy deteriorada |
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Ruesta |
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Ermita de S. Cristobal |
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Calzada romana a la llegada a Undues |
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Plaza e iglesia de Undues |